El Palacio

- Apartamentos del Rey -


Galería Norte

También llamada Galería del Quijote, debido a que exhibe seis grandes pinturas con escenas del famoso libro de Miguel de Cervantes, sirve de pasillo distribuidor entre los Apartamentos de Estado, de la Reina y del Rey. Su concepción arquitectónica austera fue diseñada para no robarle protagonismo a las obras, comisonadas por Juan Pío a Manuel de Samaniego en 1811, aunque originalmente eran para el Palacio de Carondelet.

Recibidor del Rey

Este vestíbulo de forma semi-circular permitía acceder a diferentes estancias de los Apartamentos del Rey desde un solo lugar. Por un lado estaba la Galería Norte, que conectaba a los Apartamentos de Estado y de la Reina; por otro la Escalera de Apolo, que al cruzar el rellano dirigía a las salas de trabajo del monarca; y por último a la Antecámara del Rey (hoy dormitorio de Enrique de Prusia), que era el ingreso directo a las habitaciones privadas. También existe una puerta disimulada que conducía a las escaleras y corredores de servicio.


Su decoración de columnas corintias, su embaldosado de mármol y lo cuadros que lo adornan datan del reinado de Juan Pío (1810-1819). Según el ceremonial, era la última estancia a la que se le dirigía a una persona que deseaba audiencia privada con el soberano, esperando en solitario a ser llamado a la Sala de Caballeros, el Gabinete de Trabajo o, de ser el caso, al dormitorio.

Escalera de Apolo

Las Escaleras de Apolo, a menudo también llamadas Escaleras del Rey, sirve de acceso a los Apartamentos del Rey de forma directa desde el Patio de Honor. Posee características similares a las de la Escalera de Honor, y de hecho se utilizaron los mismos materiales, aunque sus proporciones no son igual de monumentales. El conjunto recibe su nombre de la escultura del dios romano Apolo, que se encuentra sobre un calentador con apliques de oro en el primer rellano.

Sala de los Caballeros

En esta sala tenían lugar las audiencias privadas que brindaba el monarca en ocasiones excepcionales, por lo que el resto del tiempo era considerado un anexo del Gabinete de Trabajo, en el que se mantenían reuniones sobre todo estratégicas y con presencia de pocos ministros.

 

El mobiliario y cortinaje son de la época de la reina Rosa, que lo utilizaba para recibir las credenciales de los ministros extranjeros. De las paredes cuelgan varias obras de arte: Juno y Flora, de Rafael Salas Estrada (1872); Céfiro y Flora, representados dos veces, por Rafael Salas Estrada (1868) y por Humberto Jáuregui (1850); y finalmente Apolo recibe su carcaj y sus flechas de Mercurio, por Humberto Jáuregui (1852).

Gabinete de Trabajo del Rey

Fue concebido desde un inicio para el trabajo del rey fuera del horario oficial de Carondelet, por lo que no recibía el nombre de despacho u oficina; y ese uso se mantuvo hasta la caída de la monarquía en 1966. En sus carpinterías originales, se encastraron en 1891 las vistas de los jardines del palacio, en las que aparece Carlos II, en su madurez, paseando en silla de ruedas.

Sala de las Malaquitas

Fue originalmente en el Gran Salón del Rey, donde Juan Pío se reunía con sus consejeros a deliberar, y de esa época data todo el mobiliario y cortinaje. En 1870 Pedro II de Brasil hizo su primera visita de Estado a Quito como emperador (la anterior, en 1844, había sido como príncipe heredero), y trajo con él varios presentes de malaquita para el rey Francisco I que fueron depositados aquí, dándole el nombre final a la estancia.

Sala de Billar

Es la antigua sala de conciertos del rey Juan Pío, y sus carpinterías se encuentran entre las más antiguas del Palacio. Sobre las puertas, destacan los postigos de las tribunas en los que se instalaban los músicos de apoyo que tocaban durante las presentaciones. Los cuadros que se encuentran encastrados en los medallones de las paredes laterales, son obra de Antonio Salas Avilés (1818), y representan a los dioses romanos Marte y Palas.


Carlos II transformó esta estancia en el Salón de los Oficiales, y la reina Virginia en una sala de billar para su esposo Guillermo de Hesse-Darmstadt. Las sillas recubiertas de tapicería de Beauvais se fabricaron especialmente para esta estancia; el hermoso velador y la fuente de té llegaron durante el reinado de María I.

Sala de los Espejos

Su estratégica ubicación en el ángulo del edificio logra una gran vista doble, hacia el patio de honor y la ciudad. Y si a eso se le suma su exquisita decoración de espejos de cristal de roca y mobiliario de estilo segundo imperio francés, esta sala se constituía sin duda en la más hermosa de los Apartamentos del Rey.


Aquí se celebraba originalmente el Pequeño Consejo, que reunía a los ministros más importantes fuera de los horarios oficiales de Carondelet, pero en 1866 fue reformada por la reina Rosa y adoptó su disposición actual como sala de descanso.

Comedor del Rey

Ambientado en una habitación esquinera que permitía una vista hacia la ciudad y los jardines a la vez, el comedor del rey es la escencia misma del ceremonial primitivo de La Alameda, en la que el rey Juan Pío se servía las comidas en presencia de los grandes hombres y mujeres del reino, muy al estilo del monarca francés Luis XIV.


Diseñada por Edward Blore al estilo neoclásico del resto de estancias, esta es la única habitación de los Apartamentos del Rey que posee molduras revestidas de oro, añadidas por pedido expreso de la entonces princesa Rosa para darle más solemnidad y pomposidad a la hora de las comidas reales de su padre, en torno a las cuales giraba la temprana vida cortesana quiteña.


La mesa cuadrangular es de caoba, importada de Inglaterra al igual que las 16 sillas tapizadas que componen el juego. Sobre la mesa, y pendiendo del techo, una gran lámpara austriaca de araña, adquirida por la princesa Rosa mientras estuvo en Prusia como obsequio para su hermano Francisco. Los medallones sobre las cuatro puertas exhiben pinturas de Rafael Salas con motivos andinos: Pastor de llamas, Paisaje de Chimborazo, El tambo de IngapircaCorpus Christi en Cayambe.

Sala Amarilla del Rey

Este gran sala fue creada por Carlos II a partir de dos habitaciones existentes previamente, y que alojaban a los pajes de los tres monarcas predecesores. El Rey y su familia se reunían por la noche en esta estancia amoblada al estilo de la época: mesas de juego y de labor, asientos y canapés acolchados cubiertos de canutillo amarillo con motivos azules, colores de la Casa de Montúfar.


Las pinturas que cuelgan de las paredes tapizadas a juego con los muebles, son obras anónimas de la escuela quiteña del siglo XVII, confiscadas por la familia real en varios monasterios del país.

Sala Verde del Rey

Es el antiguo Gabinete de Descanso de Francisco I, que sirvió también de dormitorio a su célebre amante, la marquesa Gabriela de Guarderas y Santa Coloma. Dividida en varios gabinetes durante el reinado de Virginia, esta estancia recuperó sus dimensiones en 1926, y desde entonces conserva el aspecto que presenta en la actualidad.

 

Los muebles, llamados guardapapeles, son obra de Juan Bautista Mingetti y el reloj de péndulo de Bailly. Los asientos pertenecieron a la reina Rosa cuando vivió en Prusia, y el velador colonial procede del Palacio de Carondelet. De la tapicería de damasco verde enriquecida con un ribete de brocado dorado, cuelgan los siguientes cuadros, todos obra de Antonio Salguero Salas entre 1906 y 1910: Apolo y la SibilaApolo y JacintoApolo y Thetis, Apolo coronado por la Victoria y el Descanso de Apolo.

Biblioteca del Rey

Ubicada en el ángulo norte de los Apartamentos, la Biblioteca tiene una gran vista de la ciudad y los jardines, y marca la transición a las habitaciones privadas del monarca. Alberga una gran colección de libros que responden a los gustos de los diferentes ocupantes de éstas habitaciones, todos forrados en cuero para darles uniformidad visual.


Posee una variedad estilistica de muebles, desde bancas coloniales de madera, escaleras para acceso a las repisas más altas, mesas de estilo primer imperio y sillas del segundo. Las molduras de madera están ricamente decoradas con apliques de oro, al igual que el escritorio de tipo primer imperio.


Las pinturas responden a alegorías del uso de la habitación: filosofía, historia, matemática, ingeniería, poesía, literatura, escultura, entre otras. El fresco del techo, titulado Minerva, rodeada de Apolo y Mercurio, representa a la sabiduría como fuente de todo conocimiento con el apoyo de la elocuencia y la poesía.

Sala de los Santos

Desde su origen, esta sala fue una capilla privada para el Rey. Transformada en antecámara en 1889, durante la instalación del príncipe consorte Guillermo de Hesse-Darmstadt en esta parte del Palacio, conservó sin embargo su destino inicial: de hecho, la puerta del fondo desemboca en un hueco en el que se encuentra un pequeño altar.


La decoración de la carpintería aún recuerda el uso religioso del espacio: cornisa en la que alternan los racimos de uva y las espigas de trigo, que evocan el vino y el pan eucarísticos, además de los cuadros que representan a los evangelistas San Marcos y San Lucas. Los retratos de Carlos III y de Virginia de Klinger, completan la decoración de la sala.

Antecámara de Carlos II

Fue sucesivamente una habitación de descanso de Francisco I y Carlos I, antecámara del dormitorio del príncipe Enrique de Prusia y el rey Carlos II, y finalmente dormitorio de los consortes Guillermo de Hesse-Darmstadt y Joaquín de Prusia. Fue rehabilitada como antecámara por María II en 1930, que ocupaba las habitaciones privadas del rey para alojar visitantes de Estado.


Las magníficas carpinterías, esculpidas en pebetero y guirnaldas de flores, datan de la época de Carlos II, al igual que los cuadros: en la chimenea Flora y Céfiro, de Luis Salguero, que también pintó las sobrepuertas que representan la Primavera y el Invierno; entre las ventanas Vertumno y Pomona de Rafael Troya; y en las paredes laterales cuatro Vistas de La Alameda, de Magdalena Sotomayor, la primera mujer en ser aceptada como pintor de la Corte.

Dormitorio de Carlos II

Fue originalmente la sala de juegos de Francisco I, convertida en la habitación de Carlos II en 1870, época de la que data todo el mobiliario y el cortinaje. Ha conservado su decoración caracterizada por la presencia de columnas corintias que dividen la estancia, además de sus carpinterías admirablemente esculpidas en mosaico.

Dormitorio de Francisco I

Admirador de la exquisita cultura francesa, y sobre todo del primer imperio napoleónico, el rey Francisco I ordenó al arquitecto Blore que su recámara estuviese totalmente inspirada en los aposentos del emperador francés en los palacios de París.


Todos los muebles son originales de la época, y responden al estilo primer imperio como deseaba el monarca quiteño. La estancia está dividida en su fondo, donde se encuentran el budoir y el baño. El dormitorio tiene acceso directo a la gran terraza de la fachada posterior del palacio, y desde allí a una magnífica vista de los jardines.

Dormitorio de Enrique de Prusia

Desde que Blore añadió la fachada del jardín por pedido de Francisco I, esta sala en particular tuvo los más variados usos, desde desayunador hasta armario del Rey. Al haberse conservado en perfecto estado todo el mobiliario de la habitación del príncipe Enrique de Prusia, el museo decidió en 2001 reproducir el dormitorio del consorte de Rosa en éste espacio, incluyendo un moderno papel tapiz azul que recrea el original de 1857.


Gracias al desnivel que el arquitecto tuvo que salvar para construir la fachada de los jardines, este dormitorio, al igual que las habitaciones contiguas, tiene acceso directo a la gran terraza desde la que se puede observar el vasto dominio de La Alameda.