El Palacio

- Apartamentos de Estado -


Salón de Honor

 La Escalera de Honor conduce directamente al gran volúmen central de la fachada principal del palacio: el Salón de Honor. Es una de las estancias que mantiene el concepto original de Blore, decorada con estucos que representan escenas y alegorías militares que exaltan las glorias conseguidas por los ejércitos quiteño e inglés durante las batallas independentistas (1809 - 1810).


Las pilastras estriadas de las paredes están rematadas en su mitad superior por lanzas, las armas con las que los soldados quiteños sostuvieron las batallas antes de la llegada de los ingleses. La cornisa presenta un patrón repetitivo de cabezas de león con casco emplumado.

 

Las figuras en alto relieve, a modo de medallón, que se encuentran sobre los tímpanos de cada puerta lateral del salón, representan el lenguaje neoclásico del edificio. Al sur, con dirección al Salón Azul, una alegoría de Hércules con Cerberus y Victoria a sus pies; mientras que al norte, sobre el acceso al Salón del Trono, Minerva y Marte con dos cóndores andinos.

 

Hasta 1851, cuando se realizó la primera ampliación del palacio, éste salón era el único lugar donde se celebraban los bailes y grandes comidas de la Corte quiteña, y sus paredes estaban decoradas por pinturas de santos y pasajes bíblicos que fueron confiscadas en algunos conventos de la ciudad. Después de esa época, el espacio era usado como espera de la Corte que no podía ingresar a los Apartamentos reales.

 

Fue severamente dañada durante los incidentes de la Revolución de Diciembre (1963), con fuego causado por bombas caseras que destruyeron el fresco del techo con una alegoría de la monarquía. Durante los trabajos de recuperación emprendidos por el general Rodríguez Lara en 1972, se decidió dejar el espacio como un recordatorio de los hechos que depusieron a la familia real y proclamaron la República.